jueves, 23 de febrero de 2012

Teléfonos móviles y menores.

Recordamos que está prohibido 
llevar teléfonos móviles al instituto.


TELÉFONOS MÓVILES Y MENORES
Pablo Martínez Royo
(Padre alumno 1º de ESO)
Publicado en “Consumo Aragón”

La telefonía móvil forma parte de nuestra vida cotidiana y se ha implantado en todos sectores de la población española. También, y de manera especial, entre los niños, adolescentes y jóvenes. Datos del Instituto Nacional de Estadística, indican que en 2009 el 68,4 % de los menores entre 10 y 15 años disponían de teléfono móvil. El índice llega al 89, 2 % entre los adolescentes de 15 y 16 años.

La principal motivación que lleva a las familias a poner a disposición de sus hijos (no olvidemos que, generalmente, el gasto de móvil lo pagan los padres y el contrato ha de ir a su nombre) es el control, la seguridad que proporciona, ya que ayuda a los padres a tenerles localizados y aporta a los menores mayor autonomía.

Además, es precisamente el público joven quien más aprovecha y utiliza las opciones que proporcionan los terminales, siendo estas el mayor factor de enganche para renovarlos, cambiar de compañía, de contratos y tarifas. Un nuevo lenguaje se ha extendido ente los jóvenes, inicialmente sólo inventado para los mensajes de texto, pero que se está generalizando en todas sus comunicaciones escritas. Para ellos, el móvil no sólo es un medio de comunicación (llamadas de voz, perdidas, sms y msm), sino también de generación de contenidos, acceso a los mismos y ocio.

La creación de contenidos, (generalmente fotos y videos), en algunos casos para luego ser reproducidos, enviados o almacenados en otros dispositivos, ocupa al 88, 6% de los menores. El 51, 6% utiliza, además, el móvil para jugar. Así lo revela el Estudio sobre seguridad y privacidad en el uso de los servicios móviles por los menores españoles, realizado por el Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (INTECO) y France Telecom España (Orange).

El mismo estudio analiza los diferentes riesgos y situaciones a las que se enfrentan los menores como usuarios de la telefonía móvil, por ejemplo, la adicción o dependencia; riesgos de índole económica; la grabación, difusión o recepción de imágenes o contenidos inapropiados o violentos; las llamadas o sms a números de tarificación especial o la recepción de publicidad de pago y no deseada.

Uso excesivo y adicción. El uso excesivo del móvil puede convertirse en un problema para los menores, y no sólo de índole económica. Son reconocidas situaciones de intranquilidad e incluso ansiedad que llegan a sentir menores en edad escolar cuando no pueden utilizar su teléfono móvil debido a una avería o a un castigo. Su dependencia llega a ser tal que un 7% gasta más de 40 euros mensuales en móvil, aunque para ello deba engañar o mentir a sus padres (11%) o sustraer dinero, normalmente en casa, para poder recargar el saldo.

Riesgo económico. El uso incontrolado del móvil, y especialmente en su relación con determinados contenidos de Internet o televisión, puede generar facturas elevadísima por la suscripción a sms de tarificación adicional, llamadas de contenido especial, llamadas o conexiones de datos al extranjero (roaming), participación en concursos u otras suscripciones. Generalmente, estos consumos de altísimo coste se producen de manera inconsciente, al aceptar expresamente el usuario condiciones que no ha leído, ni ha valorado su utilidad, ni cuantificado previamente.

Amenazas a la privacidad: el sexting. Este nuevo concepto expresa sintéticamente la fusión entre sexo y mensajes vía móvil. La imágenes pueden ser producidas por el propio protagonista, por otras personas de forma consciente y consentida por aquel o, en último caso, robadas. El riesgo en este ámbito es evidente y grave, siendo que además puede vulnerar derechos fundamentales al honor, intimidad y a la propia imagen; derechos de protección de datos personales y, en supuestos específicos específicos, delitos contra la libertad sexual.

El daño potencial que sufra la persona protagonista de la imagen y las responsabilidades de quienes participan en el proceso estarán condicionadas por el contenido de la imagen, la identificabilidad de las personas, la edad de quien protagoniza la imagen y las circunstancias del resto de intervinientes: receptores, emisores y redistribuidores de la imagen.

Si entre menores y de forma consentida intercambian sus fotografías explícitas, podía hablarse de ilícitos como creación, posesión y distribución de pornografía infantil. Si un adulto envía a un menor una imagen propia, habría que referirse a términos como corrupción de menores.

El ciberbullying. Según el Estudio sobre hábitos seguros en el uso de las TIC por los menores publicado por el INTECO en 2009 el ciberbullying se define como acoso entre iguales en el entorno TIC, e incluye actuaciones de chantaje, vejaciones e insultos de menores a otros menores. Estamos ante un casos de ciberbullying cuando se amenaza, hostiga, humilla o molesta a otro/a mediante Internet, teléfonos móviles, consolas de juegos u otras tecnologías telemáticas.

Los casos de más nocivos son aquellos que se convierten en una cuestión de dominio público. La imagen robada comienza a circular, se extiende... incluso puede llegar a saltar a Internet. A la vista de ello, la víctima pasa a sentir una gran desprotección y vulneración de su intimidad y privacidad. Si, además, recibe burlas, comentarios lesivos u otro tipo de agresiones sicológicas, el sufrimiento puede ser insostenible.
El 5,9% de los menores entrevistados afirma haber recibido mensajes o llamadas de otros menores metiéndose con él, y un 5% declara haber utilizado el móvil para enviar mensajes o llamadas ofensivos contra alguien. Un 11,5% reconoce haber tenido acceso a imágenes de peleas con personas del entorno. En los tres casos, la incidencia directa declarada es más elevada entre los adolescentes de 15-16 años.

El grooming a menores es un fenómeno que podríamos traducir como engatusamiento y que se utiliza para describir las prácticas online de ciertos adultos para ganarse la confianza de un (o una) menor fingiendo empatía, cariño, etc. con fines de satisfacción sexual (como mínimo, y casi siempre, obtener imágenes del/a menor desnudo/a o realizando actos sexuales). De hecho el grooming es en muchas ocasiones indicio o medio para un abuso sexual.

La recepción de llamadas o sms de adultos desconocidos con la intención de conocer al menos es un hecho considerado muy grave por el 66 % de los padres y el 53 % de los menores. La recepción de contenido pornográfico de algún adulto es considerada muy grave para el 69 % de los adultos y el 58 % de los menores.

En este nuevo contexto el papel de los padres y madres resulta determinante, no sólo por convertir el teléfono móvil en el regalo estrella de la Navidad, comuniones y cumpleaños, sino por haber "animado" a sus hijos a llevar consigo estos aparatos para tenerles siempre localizados. El interés por saber dónde están y con quién (aunque siempre queda la opción de no decir la verdad) ha puesto en manos de los menores un medio que, si bien les puede ayudar en momentos de necesidad, también genera situaciones de riesgo, más allá de problemas de concentración en clase y de ansiedad.

Mejor prevenir: educación para el consumo responsable, también sobre el uso del móvil. ¿A qué edad conviene regalar el primer móvil?. ¿Qué gasto mensual en teléfono es adecuado para un menor? Estas dos preguntas no pueden tener una respuesta unívoca, pero algunas pautas educativas ayudarán a un uso más responsable, racional y seguro:
- Dejar el móvil en casa entre semana. Usarlo sólo fuera del horario y el centro escolar.
- Hacer al menor responsable del gasto mensual en móvil, sin asumir los padres los excesos.
- No abusar de los sms, sobre todo cuando apenas han pasado unos minutos de estar con los amigos.

Piénsatelo antes de enviar. Lo que sale de tu propio móvil se convierte en irrecuperable, escapa para siempre de tu control y puede llegar a cualquiera.

La imagen es un dato personal cuyo uso está protegido por la Ley y no se puede utilizar sin el consentimiento de la persona implicada. Recibir o tomar una imagen de una persona no te da derecho a distribuirla.

No participes con tu acción, tu risa o tu silencio. El sexting, el ciberbulling o el grooming derivan en humillación y daño a las personas. Si lo promueves o lo aplaudes, eres responsable. Si te callas, tu silencio ayuda a quien acosa.

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